Nación Güegüence

Una pizarra de expresión de opiniones y sentimientos personales sobre lo que acontece en Nicaragua y lo relacionado con ella.

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Nombre: Luciano Cuadra
Ubicación: Afghanistan

viernes, abril 20, 2007

Sobre la destitución de la ministra de MARENA

Creo que la mayoría de la población aplaudirá la acción del presidente Ortega, de cesantear a la Ministra de MARENA, por su equivocado proceder cuando ella intentara fomentar el negocio privado de una amiga, esto, según lo afirmado por los medios de comunicación.

Lo cierto es que desde que se conoció la noticia de que la compañera Amanda Lorío Arana le informó a los empleados de ese ministerio que podían usar los servicios de una médico internista, saltaron a nuestras mentes señalamientos de corrupción, nepotismo y favoritismo, entre otros, y muchos, seguramente, pensamos que éste sería uno de los tantos ejemplos de mala administración pública que nos dará el régimen Ortega-Murillo.

Pero con la orden de remover a la ahora ex ministro Lorío, no queda más que congratular al mandatario por la acertada decisión. Debe quedar claro para cualquier ciudadano, que tener un puesto en el gobierno no significa haber adquirido el derecho para establecer un feudo, pero tampoco significa pertenecer a uno. Verdaderamente se espera que de igual manera se entienda en las filas del partido-familia, que no se aceptarán actitudes serviles con las que se pretendan quedar bien con los integrantes del entorno presidencial.

No puedo evitar mencionar que la acertada decisión hubiese sido mejor vista si se hubiera aplicado al caso de Margine Gutiérrez, la antigua directora del Instituto Nicaragüense de Cultura quien fue despedida por hacerle ver al presidente su errado proceder. El respetar la opinión de los demás, es una gracia demostrada no solamente por los demócratas, sino que puede ser un arma de buen juicio blandida por los verdaderos revolucionarios.

Esperamos también, que así como el señor Ortega aplicó mano dura contra esta "pequeña empresaria", haga los mismo contra aquellos correligionarios de alto vuelo - tan alto que pululan a su derredor - que pretenden asegurar sus años de vejez, durante esta estadía en el poder.

El presidente debe evitar una segunda piñata frentista