Nación Güegüence

Una pizarra de expresión de opiniones y sentimientos personales sobre lo que acontece en Nicaragua y lo relacionado con ella.

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Nombre: Luciano Cuadra
Ubicación: Afghanistan

domingo, diciembre 31, 2006

Violadores de pueblos ...

... Pongan sus barbas en remojo


Con la reciente ejecución del antiguo hombre fuerte de Irak, algunos dirigentes que han recorrido los mismos caminos que Hussein, ahora dan muestras de inconformidad con el encuentro que éste tuvo con la soga que le adornó el cuello en sus últimos momentos.

Quizá para maquillar la incomodidad que les produce el fin de Hussein, algunos se apresuran a denunciar la ejecución del ex dictador como si esta fuese una acción de venganza por parte de gobiernos extranjeros y sus fuerzas de ocupación.

En su afán por hacer de este episodio una acción política, ellos obvian las acusaciones por violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad que culminaron con el ahorcamiento del líder iraquí.

Estos van desde el asesinato de cinco líderes del Partido Dawa en 1974, hasta la invasión a Kuwait en 1990 en la que ordenó a sus tropas, en su retirada ante la embestida de las tropas de la coalición, incendiar los pozos petroleros, causando con ellos un desastre ecológico sin par; sin olvidar la campaña de Al-Anfal en 1988 en la que según organismos defensores de los derechos humanos murieron aproximadamente más de cien mil kurdos habitantes de la zona norte de Iraq.

En el caso particular de los nicaragüenses que se preparan a utilizar el ajusticiamiento de Saddam como tarima para expulsar sus sentimientos anti estadounidense, debieran mostrar inteligencia aclarando que su denuncia tiene que ver directamente con la presencia de fuerzas extranjeras en suelo iraquí, y no con la aplicación de la justicia por parte de la población y sus tribunales, los que no hacen más que reclamar equidad ante el genocidio ordenado por Hussein contra su propia gente.

Al inicio mencionaba que esos individuos que demuestran inconformidad con lo ocurrido, tienen la obligación de recapacitar y recordar que los pueblos, tarde o temprano, deciden romper las amarras declarando un ¡Alto ahí! Tornando así su ira, en fuerza incontrolable. Los ejemplos sobran:
Mussolini, Ceausescu, Somoza García, Trujillo …

La población ha perdido el miedo y el cansancio ocupa un indeterminado lugar.