Nación Güegüence

Una pizarra de expresión de opiniones y sentimientos personales sobre lo que acontece en Nicaragua y lo relacionado con ella.

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Nombre: Luciano Cuadra
Ubicación: Afghanistan

miércoles, octubre 19, 2005

El appeasement en Nicaragua

El reciente acuerdo para aprobar una Ley Marco logrado entre el presidente Bolaños y Daniel Ortega, trae a la memoria la política de apaciguamiento (appeasement) aplicada por el primer ministro británico Neville Chamberlain (1937-1940) durante la incómoda relación con Hitler y que culminó con la firma del Acuerdo de Munich en septiembre de 1938, por medio del cual se accedió a las demandas del Führer de anexar la región checa de los Sudetes, esperando con esto salvaguardar la paz.
Chamberlain estimaba que era posible llegar a un entendimiento con Hitler y que éste lo respetaría. Confiado, el inglés proclamó a su llegada a Londres “haber logrado la paz en nuestro tiempo.” Tal política demostró ser equivocada y costosa al verse poco después que el ejército alemán invadía el resto de Checoslovaquia, seguida por Polonia; conduciendo esto eventualmente a la segunda Guerra Mundial.
Algo similar parece ocurrir con el ciudadano presidente al haber creído en Ortega, y aceptar que las reformas propuestas, ilegales en su naturaleza, pasen a ser efectivas el mismo mes que tome posesión el próximo gobierno. Extraña sobremanera que Bolaños, conociendo perfectamente la manera de hacer política del diputado frentista haya accedido a negociar con él. Para muestra un botón. Horas después Ortega declaraba unilateralmente que el pacto con el PLC había cesado de existir. Así nomás; simplemente porque ahora le estorban los liberales. Y señalamos esto, no porque tal movida incomode a la población, sino para recalcar lo inestable de cualquier relación que se pretenda establecer con el jefe totalitario, y similares. Ha quedado pues, la cúpula del PLC, como chavala que espera en la acera a que pase su novio en la moto para llevarla a pasear, pero que nunca llega porque aquél decidió irse con otra. Lo mismo confirmaríamos si recordamos que en enero pasado Ortega echó pie atrás con los acuerdos que lograba con el presidente Bolaños.
¿Qué le hace pensar al Ejecutivo que el partido frentista no continuará sacudiéndole el bote? Igual estamos obligados a preguntar ¿Qué recibirá Ortega a cambio de su “cooperación”? Pues bien sabemos que nadie da sin esperar ser retribuido ¿Será verdad que al presidente sólo le interesa navegar tranquilo durante el resto de su período, sin importar los resultados de éste amarre? Quizá no sea así, pues en ocasiones anteriores ha demostrado astucia política cuando se decía que ésta no existía.
La solución a este problema la presentó recientemente el candidato Eduardo Montealegre cuando dijo que lo correcto y sano es que sea la población por medio del referendo, quien decida si acepta o rechaza las reformas, y no dejarle el problema al próximo gobierno. El promulgar estos cambios constitucionales, a la brava; es justificar una piñata a la Carta Magna.
Con esto, la opción más efectiva que resta es la de tomar muy en serio la selección de diputados que han demostrado ser consecuentes con el pueblo, para bloquear de una vez por todas la ejecución de ese adefesio e impedir la sobrevivencia política de los actuales legisladores. Esto es tan importante como la elección de un nuevo presidente.
En los meses previos a la segunda guerra mundial, se publicó en un diario londinense una caricatura que mostraba a Chamberlain acosado por fieros dragones simbolizando al ejército nazi, y que estaban a punto de devorarlo; mientras el primer ministro de manera tímida les decía: “Está bien muchachos. Un caramelo más y luego se marchan a su casa. ¿Entendido?”
Ojalá el monstruo no devore al presidente; porque de hacerlo, será la ciudadanía la que tendrá que pagar los gastos del funeral, y convivir con los dragones.