Nación Güegüence

Una pizarra de expresión de opiniones y sentimientos personales sobre lo que acontece en Nicaragua y lo relacionado con ella.

Mi foto
Nombre: Luciano Cuadra
Ubicación: Afghanistan

martes, septiembre 26, 2006

Reconciliación y perdón: Términos electoreros

Luego de haberse reunido Daniel Ortega con miembros del ala geriátrica del PLN, éste hizo un llamado, una vez más, al olvido y al perdón por los “errores” cometidos cuando el FSLN detentaba el poder en Nicaragua.

Esto suena bien, lo malo consiste en que pretende influenciar a la ciudadanía haciendo creer que él ha cambiado a pesar de que se niega a llamar a las cosas por su nombre. Los arrestos ilegales, la tortura, los asesinatos selectivos y en masa son Marca Registrada de su mandato anterior. Como lo son también las tarjetas de racionamiento y el tristemente célebre Servicio militar obligatorio. Esos no pueden ser catalogados como “errores”.

Este proceder de Ortega, de sacar de un Manual de Operaciones Electoreras términos exóticos como “reconciliación”, “perdón”, “errores”, cada cinco años, nos indica lo que sería el futuro; con la misma fidelidad que nos recuerda el pasado.

La población debe reconocer la hipocresía y el terror a la verdad que experimenta Ortega cuando se dirige a ellos y habla de “olvidar el pasado”. No es para menos. Son catorce mil denuncias por abuso a los derechos humanos de otros nicaragüenses cuyos casos todavía claman justicia desde los sarrosos archiveros de la CPDH.

Ese es el número de almas que seguramente flotan en el dormitorio del otrora comandante. Por lo tanto es comprensible que él insista en que olvidemos nosotros para así él también pueda hacer lo mismo.

No puede haber perdón sin que exista un proceso que permita tal resolución. No es posible perdonar lo que no ha sido juzgado. – “He ahí el problema”. Diría el exdictador. -
Quizá asume el aspirante eterno, que esta situación se pueda solucionar armando una simple “revoluta” ó echándole la zopilotera a uno de los candidatos más jovenes, que por su independencia pone en peligro sus planes presidencialistas.

Recuerdo que por el año 1980 durante una charla de “concietización”, un “político” del MINT cuestionaba ante un grupo de soldados, la capacidad de Dios de otorgar cosas. A esto le respondió una compa campesina de unos 17 años de edad: “A Dios se le pide las cosas que el hombre no puede dar”.

Quizá el perdón sea una de ellas.


Mi conciencia fue la más cruel de mis jueces...¡nunca me perdonó!”
(Olivera – Enfermera -1991)

viernes, septiembre 15, 2006

Somoza: La captura del poder (Introducción)

Aunque mucho se ha hablado sobre los Somoza y el impacto que esta familia tuvo en la historia de Nicaragua, poco se ha escrito sobre la manera cómo Anastasio Somoza García, el primero de la dinastía, logró introducirse en las grietas del poder siendo un “don nadie” a quienes sus amigos en San Marcos apodaban “El Mariscal” debido a la larga lámpara de mano que utilizaba cuando trabajaba como inspector de servicios sanitarios para la Fundación Rockefeller y que recordaba al bastón utilizado por algún Mariscal famoso.

La escaza literatura publicada sobre sus orígenes en los tiempos en que la familia Somoza lo era todo en Nicaragua indudablemente no reflejaba lo cierto; y lo que puede existir ahora (con ciertas excepciones) tiende a estar viciado, quizá haciendo uso de la costumbre que indicó por muchos años que hablar y escribir mal sobre esta familia era políticamente correcto, además de ahorrarle muchos dolores de cabeza al que escribía, aunque esto se distanciara de la verdad histórica.

Somoza: Seizure of Power. 1926 – 1936 (todavía sin título en español) remonta al lector a los días en que Somoza García siendo un mozalbete se vio obligado a trabajar en la finca de su padre para cubrir el espacio dejado por el mecánico empleado de su padre y que había sido reclutado por las fuerzas de Emiliano Chamorro, hasta los tiempos en que ascendió al poder valiéndose de su astucia, un inglés callejero, y el carisma personal que le valió la amistad de damas y caballeros de la época. Sin obviar la manipulación que este hizo de la Guardia Nacional y de su relación con los ministros Hanna y Bliss Lane, entre otros, así como las negociaciones y ofrecimientos turbios con los políticos de moda en aquel entonces, para lograr tomar las riendas del poder en Nicaragua que sólo soltaría aquella noche de Septiembre de 1956 obligado por cuatro disparos hechos por Rigoberto López Pérez.

Este magnífico trabajo de historia es producto de años de investigación realizado por mi buen amigo Ternot MacRenato (Diriamba. 1942) que culminó para presentarlo como su disertación doctoral ante la Universidad de San Diego, California. En su obra, Ternot cubre a Somoza el político, al hombre de familia, y al truhán, haciendo uso de lo que considero es uno de los puntos más fuertes: Sus fuentes. Para ello, Ternot recurrió a amigos y detractores que vivieron y conocieron a Somoza García; tales como su hermana Amalia, Justiniano Rivas ex Jefe de Policía bajo Somoza, el Gral Roberto Martínez Lacayo, amigo de la infancia, doña Salvadora de Somoza, y el mismísimo Anastasio Somoza Debayle entre otros.

Se publica a continuación la traducción de uno de sus capítulos redactado originalmente en inglés.
El próximo 21 de Septiembre se cumplen 50 años de su muerte a manos de Rigoberto López Pérez.

En la actualidad, Ternot está parcialmente jubilado, pasando su tiempo entre su casa en Colorado y sus labores docentes como Profesor de Historia en una universidad californiana.


Luciano Cuadra Waters


Somoza: La captura del poder (traducción)



Aferrarse al poder ha sido el sueño de todo presidente nicaragüense. Cuando Moncada fue presidente envió varios mensajeros a Washington para auscultar las posibilidades de realizar ese sueño, pero estos fueron prontamente rechazados. Igualmente hubieron otros intentos de “reformar” la Constitución, este término es un eufemismo nicaragüense para el “continuismo”.

De todos los presidentes, Somoza fue el más listo, Él no le pedía permiso a los Estados Unidos para permanecer en el poder. Su ingenio radicaba en que hacía creer que ese país lo apoyaba en su comportamiento inconstitucional. El 6 de Noviembre se celebraron elecciones para elegir a la Asamblea Constituyente, la misma que dio a luz la Constitución de 1939. Esto era en sí una acción que guiaba la búsqueda permanente de la legitimidad. El 30 de Mayo de 1939 ya trabajando bajo la nueva Carta Magna, Somoza fue elegido para un nuevo período presidencial que estaba supuesto a terminar el 1 de Mayo de 1947.

Durante su inauguración, Somoza dijo a los nicaragüenses que había aceptado el mandato de las mayorías que le pedían las reformas como medida para actualizarse con las exigencias de los tiempos modernos. El nuevo mandatario sabía que para poder consolidarse en el poder era necesario establecer lazos sólidos con los Estados Unidos. Así, el 12 de Enero de 1937, pocos días después de su primera inauguración como Presidente de Nicaragua Anastasio Somoza escribió al Presidente Franklyn Delano Roosevelt. En la carta le expresaba admiración y amistad hacia la Unión Americana; también señalaba algunos planes para el desarrollo económico a la vez que solicitaba ayuda para diversos proyectos. La respuesta que recibió de Roosevelt fue alentadora. Somoza le dio seguimiento enviando a su cuñado Luís Manuel Debayle para que solicitara una reunión con el Presidente norteamericano y le presentara la agenda que el mandatario nicaragüense expondría en la reunión. Roosevelt accedió recibir al Ministro extranjero por quince minutos.

En Noviembre de 1936 el General Somoza ya había nombrado a otro de sus cuñados, Henry Debayle como nuevo Ministro en Washington. Dos años más tarde, Henry fue reemplazado por su hermano León Debayle. Con sus parientes preparándole el terreno Somoza lograba su objetivo pulgada a pulgada: Ser invitado a visitar Washington para reunirse con el presidente.Luego de haber indicado en repetidas ocasiones sus deseos de visitar Estados Unidos, Roosevelt decidió invitar a Somoza el 12 de Diciembre de 1938 (Memorandum. Biblioteca FDR-1939).

El 31 de Enero de 1939 el Departamento de Estado le informaba a Meredith Nicholson, Ministro estadounidense en Managua, que FDR recibiría a Somoza el 5 de Mayo. Éste al ser informado no perdió tiempo para hacerse propaganda en lo que sería un de sus triunfos políticos mas rotundos.
Antes de efectuarse la visita, la Legación americana redactó una serie de reportes en los que se nombraba detalladamente las características personales de Somoza y sus habilidades como administrador. Escribió Nicholson: “Somoza ve a la democracia simplemente como una herramienta para dominar más efectivamente al país. Con suficientes pretextos para saquearlo al ritmo de la notas del himno nacional.”

Dos semanas más tarde el Ministro le escribía al Departamento de Estado “para ponerlos al tanto sobre los acontecimientos que confirman la impresión que la población tiene de Somoza y sus tendencias codiciosas. Seis meses después el Encargado de Negocios de la Legación, LaVerne Baldwin informaba corroborando “información que se ha recibido de varias fuentes señalan que la ambición de Somoza crece a pasos agigantados. …el uso de la oficina del Presidente para su enriquecimiento personal no extraña a los nicaragüenses, pero presiento que eventualmente la avaricia provocará su caída.”

Cuando Somoza se preparaba para reelegirse por un período de ocho años, el Ministro Nicholson advertía: “Esto no debe ser tomado como evidencia de la confianza popular o admiración por parte de los nicaragüenses.” Un miembro de la oposición conservadora que no fue identificado por el diplomático, pero que fue descrito como “una persona seria y de mayor coraje que muchos otros conservadores” criticó fuertemente a Somoza y habló de asesinatos políticos a “razón de miles por mes.” “Estos asesinatos se llevaban a cabo con la intención de atemorizar a los terratenientes a quienes Somoza no se atrevería a matar.” (Nicholson al Secretario de Estado. Abril 11, 1939).

Al llegar Somoza a New Orleáns la Louisiana State University lo condecoró con un doctorado en leyes Honoris Causa. En Washington el desfile militar llevado a cabo en su honor el 5 de Mayo incluyó el apoyo de 751 oficiales de policía, 400 miembros del cuerpo de Bomberos, 9 aviones conocidos como “fortaleza volante”, 30 tanques de guerra y un cuerpo de artillería. Igualmente contó con la presencia del Presidente, su esposa. El vicepresidente, el Gabinete presidencial y sus respectivas esposas. Y el Presidente de la Corte Suprema de Justicia (todos ellos fueron a la estación del ferrocarril a darle la bienvenida). Sintiéndose incómoda por las críticas a la recepción otorgada al presidente nicaragüense, la Primera Dama de Estados Unidos declaró que “el ejército también tiene deberes que cumplir en tiempos de paz.”

Además del desfile, a Somoza se le permitió dirigirse a la Cámara Alta del Congreso durante el receso de mediodía. El día 8 de Mayo a las 12:15 pm hizo su entrada al lugar, abandonándolo quince minutos más tarde después de haber discursado frente a unos cuantos senadores.
Durante su visita Somoza se las ingenió para conseguir que se asignara a un oficial del ejército de Estados Unidos para dirigir la Academia Militar. También negoció un crédito de dos millones de dólares para servicios y compra de equipos.

Somoza cifraba sus esperanzas en la administración Roosevelt. Tenía confianza en que responderían favorablemente a su solicitud de que Estados Unidos se comprometiera a construir el canal interoceánico. Si se le negaba esto entonces pediría la canalización del río San Juan. Ambas peticiones fueron denegadas. También pidió ayuda financiera para abrir una carretera hacia la Costa Atlántica, e hizo ver la necesidad de adquirir un crédito del Import-Export Bank para dragar puerto Corinto y construir un “nuevo aeropuerto en unos terrenos de su propiedad ubicada a unas cuantas millas de Managua.”. Esto fue igualmente rechazado.
A pesar de las míseras utilidades obtenidas durante la visita, Somoza logró convertir esto en un verdadero éxito personal y político. Conocía perfectamente lo valioso de una invitación de esa clase, Era por eso que en Nicaragua, oponerse a Somoza significaba oponerse a los Estado Unidos; o por lo menos eso era lo que Somoza mismo deseaba que se pensara.

Cualquier intento para deshacerse de Somoza, sería visto por la oposición como planes a largo plazo que contaban con muy pocas probabilidades de triunfar. Solamente hombres como Sandino estaban dispuestos a considerar esa opción, y a decir verdad, habían muy pocos Sandinos. Se notaba claramente que la suerte estaba del lado de Somoza.

La tormenta que se cernía sobre Europa ayudó a que los Estados Unidos ignoraran los excesos de Somoza, pero no hay excusar para justificar la fastuosa recepción que se le dio a su llegada a Washington.
La visita del nicaragüense le costó a esa nación, $140.000 (según memorando del Dpto. de Estado- Julio 15, 1939) pero a su regreso a Nicaragua gastó una suma mayor a esa, al celebrar el éxito de su viaje a Estado Unidos. Su equipo de avanzada trabajó arduamente con este propósito esperando su regreso el 29 de julio.
La distribución gratis de comida, refrescos, y viajes en tren, surtieron el efecto deseado. La multitud que fue a recibirlo se calculó en unas 70.000 personas que atiborraron las calles desde el aeropuerto hasta Casa Presidencial. Ese día fue declarado de fiesta nacional y ordenó que se erigieran 27 arcos entre el aeropuerto y su oficina.

Siguiendo las costumbres de los gobiernos anteriores, Somoza escogió a sus parientes para que ocuparan puestos en su gobierno. Manuel Cordero Reyes, quien lo acompañó en el viaje a Washington fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores, era además primo suyo, había sido activista del partido liberal y desempeñó diferentes puestos de importancia tales como Presidente de la Corte Suprema de Justicia. En esta ocasión cumplía su segundo término como Canciller, pues también se había desempeñado como tal en la administración del Gral. Moncada.

En 1938 Cordero fue nombrado Presidente de la comisión que redactó la Constitución de 1939. Más tarde, desde 1940 hasta 1943 se convirtió en Asesor Legal del Banco Nacional de Nicaragua. Tal posición le permitió familiarizarse con el Plan de Reconstrucción Nacional de Somoza. Cordero Reyes realmente aprovechó el tiempo que estuvo en el Banco para redactar en forma detallada un análisis del nivel de corrupción existente en aquellos años. Su bien elaborado expediente no deja duda alguna sobre la avaricia de Somoza.

La razón por la cual el General manipulaba la economía tenía un doble propósito: 1) Abultar las arcas de la familia, y 2) Aplicar presión a los grupos políticos disidentes. Ejemplo de esto último es el uso que Somoza hacía de los equipos del ferrocarril y los empleados de esa entidad en sus propiedades. Igualmente utilizaba equipos de los ministerios de Salud, y del de Agricultura en sus fincas y otros dominios. Se autonombró único director de la Compañía del Ferrocarril con un salario mensual de $600.00; y les negaba el transporte por ese medio a los productos de los finqueros que se le oponían. Por el simple hecho de ser el ferrocarril el único medio para llevar carga hacia Corinto no le era muy difícil tener a esa gente a raya.

Somoza también militarizó los servicios públicos y los entes estatales nombrando a oficiales de la Guardia Nacional a cargos de estos. Politizó a las fuerzas armadas exigiendo demostraciones de apoyo político de parte de los oficiales a la vez que a estos se les permitía administrar y beneficiarse de lo que producían las casas de juego de azahar que Somoza mismo autorizada.

El dictador reprimía y coaptaba. Era muy bueno para ambas cosas. Sus tácticas represivas variaban dependiendo del caso. En junio y julio de 1944, envió a la cárcel a jóvenes y obreros que protestaban contra su gobierno. Personajes de la oposición se vieron obligados a abandonar el país. Carlos Castro Wassmer y Carlos Pasos se fueron a Costa Rica.

Un clásico ejemplo de coaptación es el caso de Leonardo Argüello quien se enfrentó a Somoza en los comicios de 1936. Los resultados de esas elecciones habían sido predeterminados en junio de ese año cuando Somoza hizo que el presidente Sacasa y su vicepresidente Espinoza renunciaran. Sin embargo, por razones desconocidas, Argüello se prestó para formar parte del juego. Tiempo después, éste resurgiría como Ministro de Gobernación en el gobierno de Somoza García.

El 10 de julio de 1944 Argüello renunció a su puesto en señal de protesta por los actos de represión contra estudiantes y obreros ordenada por Somoza. Quizá pensó que está acción le generaría simpatías entre miembros de la oposición y disidentes del Partido Liberal, lo que le colocaría en posición ventajosa en caso que Somoza hubiese deseado eliminarlo.

Para Agosto del mismo año, Somoza había decidido no postularse debido a la fuerte oposición que enfrentaba en las filas de su propio partido; y percibiendo la ambición presidencial de Argüello, le ofreció apoyarlo para que consiguiera la nominación. Esta era una proposición difícil de rechazar. En Febrero del ´47 Argüello fue elegido presidente en unas elecciones consideradas fraudulentas.

Argüello, quien asumió el poder el 1ro de Enero de 1949 se rehusó a ser un presidente títere por lo que ordenó una reorganización de la Guardia Nacional. Aparte de esto nombró a conocidos elementos antisomocistas como miembros de su gabinete.

Cuando el presidente intentó reemplazar a Somoza como Jefe Director, éste último ingenió un golpe militar con la ayuda de algunos oficiales de la Guardia Nacional, la segunda en once años, por medio del cual el Congreso designaba a Benjamín Lacayo Sacasa como Presidente Provisional. El 15 de Agosto de ese año, la Asamblea Constituyente nombró a Victor Román y Reyes, tío de Somoza, presidente provisional.
El Golpe de Estado del mes de mayo le produjo a Somoza García la crisis política más intensa (entrevista a Anastasio Somoza Debayle. Agosto 1972) pues ni Estados Unidos ni otras naciones de América Latina reconocieron al nuevo gobierno.

La decisión de no reconocer al mandatario duró un poco más de un año; sin embargo la directiva de gobernadores de la Unión Panamericana optó por permitir que se le permitiera a Nicaragua participar en la conferencia. La delegación nicaragüense estuvo encabezada por Anastasio Somoza Debayle quien se había graduado de la Academia Militar West Point dos años antes.

En dicha conferencia, al anularse la resolución 80, se anulaba la regla “siguiendo al rey”, la que reconocía a los gobiernos en el exilio. Era obvio que reconocer a esta clase de regimenes era ilógico. Aunque para muchas naciones del hemisferio occidental, el aislamiento del gobierno títere habría ocasionado cierta incomodidad a Somoza, esto no lo obligaba a renunciar a su cargo como Jefe de la Guardia Nacional ni a dejar de ejercer el poder detrás del trono.

Recordando 25 años después, su hijo Anastasio Somoza Debayle veía a ese episodio como el más tenso para su padre mientras éste ejerció el poder.

El presidente Victor Román y Reyes falleció en 1950 y Somoza fue reelegido por el Congreso para finalizar ese período presidencial. Ya para la primavera Somoza urgía de presentar un candidato que le aportara credibilidad a su próxima victoria electoral. Para lograrlo buscó al viejo Caudillo conservador Emiliano Chamorro con quien llegó a un acuerdo conocido como el “Pacto de los generales” habiéndose firmado el 1 de Abril de 1950. Somoza estaba dispuesto a ceder una tercera parte de los curules en el Congreso además de unos cuantos puestos en el Gabinete; pero rehusó a otorgar el derecho al voto a las mujeres pues aseguraba que entonces serían “los cotonudos de bata negra” (refiriéndose al clérigo) los que controlarían las elecciones.

Somoza fue reelegido en Mayo de 1950 para un período de seis años. En Septiembre de 1956 fue asesinado durante un evento reeleccionista en la ciudad de León, convirtiéndose así en el primer presidente nicaragüense asesinado en el ejercicio de sus funciones. El presidente Eisenhower envió a su médico personal para que asistiera al dictador que murió en un hospital estadounidense en Panamá.

Somoza García fue un tirano admirable, aunque aborrecedor. Era despiadado, pero no era el único. Emiliano Chamorro también había exhibido muestras de crueldad durante sus campañas militares y sus negociaciones políticas. Somoza también era políticamente deshonesto a un nivel nunca antes visto en los dirigentes criollos, pero tampoco era la excepción, simplemente era el de mayor éxito. Los Sacasa ocupaban un cercano segundo lugar. Tampoco era el único en ignorar la Constitución a la misma vez que decía respetarla. Zelaya, Chamorro, y Moncada intentaron mantenerse en el poder por largo tiempo y de cierta manera lo lograron.

Somoza fue más lejos que la mayoría de los dictadores. Utilizaba el nombre de los Estados Unidos muy hábilmente. Sus continuos encuentros con el Ministro Americano daban la impresión de que cada una de sus acciones contaba con el visto bueno de la embajada. Él lograba su propósito de diferentes formas, tanto en su relación personal con otros políticos o en sus declaraciones públicas. Las negativas de la embajada al respecto, estaban estructuradas de tal manera que nadie las creía. Quizá la diferencia cultural explique la razón de cómo la ciudadanía tomaba las declaraciones de la embajada sobre su relación con Somoza. Sin lugar a dudas él aprovechaba cada muestra de ambigüedad existente en la política exterior de Estados Unidos. Tergiversaba e interpretaba a su antojo cada comunicado que llegaba de Washington. Nadie había explotado su relación con la unión americana tan eficazmente como lo hizo él.

Igualmente empleaba a la Guardia Nacional con mucha destreza. Esta era la única organización efectiva que existía en el país y la utilizaba para formar grupos de apoyo a nivel nacional para que respaldaran su candidatura y campaña. Sus métodos fascistas no invalidan cierto nivel de populismo. Poco antes del Golpe de junio de 1936 y los meses subsiguientes existía cierta admiración por su liderazgo despiadado y agresivo. Ninguna pistola apuntaba a l a cabeza de los miles de ciudadanos que marcharon en las calles de Matagalpa poco antes del Golpe de Estado de junio de 1936.

Viendo estos sucesos desde otra óptica, se debe recordar que Sacasa también contaba con algún apoyo popular. Cuando Somoza llevó a cabo su acción militar, miles de civiles se apresuraron a cerrar filas alrededor del presidente; eran suficiente para revertir la situación. Pero Sacasa los defraudó. Es más, entre esos había algunos con mayor experiencia militar que Somoza. Chamorro, y Castro Wassmer son ejemplo de ello. Sacasa falló al no usar sus conocimientos o solicitar su consejo. Se sabe que esa posibilidad preocupaba a Somoza.

Al sistema social que dio a luz al dictador se le puede atribuir las relaciones familiares que desempeñaron papel importante en su vida social y política. Ya estando en el poder Somoza empleó de manera efectiva el patrocinio político. Este siempre había estado presente pero nunca con tanta intensidad.
Entre los múltiples triunfos se pueden contar la manera de vadear las tantas minas que encontró en su propia institución, la Guardia. Ésta representó para Somoza tantos peligros como oportunidades. Y aunque tenía bastante suerte, era también un manipulador excelso. Su última victoria no se le puede adjudicar enteramente a la buena suerte. En una nación con instituciones políticas débiles, Somoza hizo de la Guardia una organización sólida a la que solamente él controlaba.

Enfrentada con el poder y la organización de esta nueva institución, la vieja aristocracia fue vencida. A medida que consolidaba su poder Somoza usaba cada herramienta disponible. La crueldad con que asesinó a los seguidores de Sandino en Wiwilí y a los trabajadores de las fincas de sus opositores crearon temor entre sus rivales.

El capital no podía cifrar sus esperanzas en los movimientos de masas por miedo a no poder controlarlos.

El inicio de la segunda guerra mundial poco después de su visita a Estados Unidos le permitió el crecimiento económico necesario para lograr cierto grado de paz por parte de sus adversarios creando un sistema que funcionó bien para él y sus hijos hasta 1979.